La torre de doce pisos, con locales y 50 departamentos, se destaca por su fachada doble, que controla a la luz solar y enmarca las visuales
Miguel Angel Roca podría ser uno de los tantos argentinos exitosos que construyen en países desarrollados, porque en los Estados Unidos completó sus estudios y trabajó para Louis Kahn, pero además por los premios y las innumerables conferencias internacionales que dicta en universidades extranjeras. Pero con su última obra, el edificio Gernika, hecho básicamente con piedra y vidrio, en su Córdoba natal, reafirma su condición de arquitecto argentino: "No me faltan oportunidades para construir en el exterior, pero fui formado, enseño y construyo aquí". -Desde hace muchos años usted tiene su cátedra en las facultades de Arquitectura de Córdoba y Buenos Aires, ¿qué opina al respecto? -Me permite transmitir valores de respeto, tolerancia y el reconocimiento de los trabajos de otros arquitectos. -¿Cómo ve la arquitectura contemporánea? -Creo que es diversa, multiforme y variada en cuanto a los aspectos lógicos, formales y tecnológicos. No hay que moralizar falsamente. En mi caso, no estoy en busca de formalizaciones ni de ser extravagante. Me interesa primero atender las necesidades reales y sociales, y después lo artístico. Igualmente, sus obras no pasan inadvertidas desde lo formal. El uso de la piedra es una de las características de sus últimos trabajos, como su casa de Calamuchita (2006), la segunda etapa de la Facultad de Derecho (2001) y la Facultad de Odontología de la Universidad Nacional de Córdoba, por ejemplo. Y reincide en este edificio de viviendas en el barrio Nueva Córdoba, frente a la plaza España (1969), una de sus primeras obras. Desde el ingreso Sur de la ciudad por la Plaza de las Américas (en el cruce de Ambrosio Olmos y Obispo Trejo), la pieza de 12 pisos y 4000 m2 se observa como una nave vítrea y pétrea, exacta y texturada, geométrica y natural: "No había algo así en esta ciudad. Me gusta el contrapunto entre la dureza pétrea y la inmaterialidad del vidriado del muro cortina", destaca Roca. Condicionada por la forma triangular del terreno, la torre sobresale entre los edificios linderos, que no superan los siete pisos. Viviendas típicas El programa es simple y tradicional: se accede por un hall (revestido también de piedra) al núcleo central, y desde allí, a los 50 departamentos organizados en dos plantas tipo: cinco unidades de un ambiente en los pisos inferiores, y de uno y dos dormitorios en los superiores. Hay locales comerciales en planta baja y subsuelo (patio inglés) con ventilación y amplias visuales hacia el centro de la ciudad, a un lado, y al parque de la Universidad, al otro. En la terraza jardín están los lugares comunes: asador, pileta y deck. El muro cortina está conformado por una doble piel que protege del asoleamiento y enmarca las amplias vistas desde dormitorios y estares al parque de la Ciudad Universitaria: carpintería de aluminio con ventanas y puertas ventana corredizas; paneles de DVH (aislante acústico-térmico); parasoles de vidrio templado y laminado, y balcones con piso de vidrio translúcido (con estructura de perfiles normales U de hierro). La cara oeste, muy expuesta, se cierra con un muro mixto de ladrillo común revestido de piedra rugosa y gris de las Sierras Chicas. Fernando G. Caniza
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